Comparsas históricas
La Compañía de Hilario Ayca
Esta tropa fue formada a inicios de la década de 1920 por el legendario soplador Hilario Ayca, movido por su intensa devoción a la Virgen del Rosario de Las Peñas y su amor por las zampoñas.
Hilario, oriundo de Chijina, Bolivia, trabajaba en una hacienda en el valle de Lluta cuando, a sus 18 años, se animó a formar parte de la comparsa de lakas que reabrió a los fieles las puertas del Santuario de Las Peñas, en Livilcar. Mítico peregrinaje para el cual debió aprender a cantar y bailarle a la Virgen del Rosario tocando zampoña, un instrumento que dominaba desde su infancia en el altiplano.
Marcado profundamente por este iniciático viaje, Hilario volvió los años siguientes e incluso auspició un grupo de baile “La Compañía de Las Peñas”, para subir nuevamente al Santuario el año 1924.
Aica y la Peña Sagrada Van Kessel 1992
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
Primero su chacra en Lluta y luego el garaje de su casa en Arica, se convirtieron en improvisadas sedes, refugio de músicos y amigos que cada domingo se reunían a beber, comer y tocar. Al poco andar, la que era conocida simplemente como “La Banda de Ayca”, comenzó a recibir invitaciones para tocar en fiestas patronales de Poconchile, Molinos, Livilcar, Codpa, Cariquima, Belén, Timalchaca y San Miguel de Azapa, así como en Cruces de Mayo en distintas localidades de este último valle.
Pero la Fiesta de la Virgen de Las Peñas continuó siendo su objetivo y motivación principal. La agrupación de danza del estilo de morenos de paso acompañada por lakitas, “Los Morenos de Ayca”, con la que asistía anualmente al Santuario, fue inscrita formalmente como compañía el año 1949 por Hilario. Fue él mismo quien, además de participar activamente como soplador y bailarín, patrocinó con sus propios recursos esta compañía, responsabilidad que cargó con orgullo y disciplina hasta 1963, momento en que la agrupación entra temporalmente receso.
Tradición y Wayno para soplar las Lakitas en los Bailes Religiosos de Arica Wolf 2010
En diciembre del año 1967 “La Tropa de Ayca” volvió con fuerza a La Fiesta Chica de Las Peñas con su danza de morenos, pero ahora con el estatus de sociedad, lo que implicaba que los gastos del conjunto ya no recaían únicamente sobre los hombros de Hilario, sino que pasaban a ser solventados por un grupo de socios.
Pese al paso del tiempo y las transformaciones, Hilario siguió soplando incansablemente su zampoña, dirigiendo su tropa para adorar a la Virgen de Las Peñas. Es con esta devoción que contagió a varios de los miembros de su familia, quienes como socios, bailarines o músicos, continuaron tras su muerte el año 1973, dando un vital impulso a la “Sociedad Religiosa de Morenos de Hilario Ayca” y sosteniendo en alto, hasta el día de hoy, el nombre de la reputada “Compañía de Ayca”. Notable en este sentido es el caso de su hijo Adolfo.
Lakitas de Arica Manuel Cruz
La historia de esta comparsa comienza con una promesa de fe y entrega, aquella hecha en 1958 por Manuel Cruz de organizar un baile con el cual honrar al Niño Dios cada año en el marco de la “Pascua de los Negros” o “Fiesta de Reyes”.
La salud de una de sus hijas estaba comprometida y Manuel viajó a Arequipa a comprar un Nacimiento para venerarlo en su hogar en Arica y así conseguir su recuperación. Su promesa implicaba reactivar una vieja tradición religiosa que él aprendió de pequeño junto a su familia en la quebrada de Huaviña, al interior de la Región de Tarapacá, y que acarreo consigo en su paso por la pampa salitrera, adorar con baile y música al Niño Dios.
El baile en cuestión es el de cuyacas, danza de paso al ritmo de huaynos ejecutados por una tropa de lakitas. El lugar, la población San José, paradero de un importante contingente de pampinos, varios de ellos nacidos en las quebradas del interior de Iquique, que se trasladaron a Arica buscando mejor suerte tras el cierre de las oficinas salitreras.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
En sus inicios, las filas de danzantes de la emergente “Compañía de Manuel Cruz”, todas mujeres con atuendo inspirado en las pastoras andinas, fueron acompañadas por un improvisado ensamble de músicos, en su mayoría de origen boliviano, reclutados por el mismo Manuel en laboreos del valle de Azapa. Pero rápidamente la tropa de lakitas se fue poblando de músicos pampinos, varios de ellos parientes y amigos avecindados en Arica en las poblaciones San José; Lautaro, Maipú Oriente o en otras cercanas.
La cortesía desplegada por la familia de Manuel para atender con suculentas comidas, bebidas, vino y algún “caliente” o “arreglado” (agua de hierbas con cocoroco) era en ese entonces, y sigue siendo hoy, pago más que suficiente para los músicos. Tocadores que concurrían anualmente para unirse a las filas de la comparsa y formaron parte de uno de los primeros semilleros de sopladores de la urbe ariqueña.
Entre los responsables de que la zampoñada de Manuel Cruz adquiriera este estatus de escuela de músicos, se destaca la figura del avezado soplador pampino Martín Coya, quien logró infundir un aire de respeto y disciplina a las filas de la comparsa, engrosadas por varios de sus parientes. Bajo este alero se forjaron talentosos tocadores, como los hermanos Julio y Roberto Clavijo, Schmeling Salas y Roberto Vega, músicos que con el correr de los años formaron sus propias agrupaciones, sin perder nunca el vínculo con su viejo y querido baile de cuyacas. Otro de los herederos de la “Manuel Cruz” es el soplador Diego Véliz, quien luego de tocar en renombradas comparsas de ariqueñas, se yergue como director del proyecto “Lakitas Impacto Musical”.
La responsabilidad de continuar liderando comparsa de lakitas de Manuel Cruz recayó con el tiempo precisamente uno de los pupilos de Martín Coya, el soplador Mario Tuna. Bajo su dirección y con el incondicional apoyo de sus hijos, la “Manuel Cruz” sigue hoy plenamente vigente, conservando en alto su distintivo y tradicional sello de respeto, disciplina y devoción.
No es posible terminar esta reseña sin destacar una figura que fue fundamental en el cuidado y promoción de estos valores dentro de la comparsa, se trata de Osvaldo Tobar (1952-2019), yerno de Manuel Cruz. Soplador de profunda fe y pasión que con esmero perfeccionó el arte de confeccionar tropas de lakitas de PVC. Su aporte al cultivo de las tradiciones religiosas, así como a la difusión y profesionalización de su quehacer musical, son parte del valioso legado de Osvaldo a las generaciones de músicos actuales y por venir.
La Comparsa de Martín Coya
El fundador de esta comparsa, Martín Coya (1929-2011), fue un personaje clave en la historia reciente de los lakitas nortinos. Su biografía y trayectoria está íntimamente relacionada con algunas de las principales transformaciones que las zampoñadas han experimentado en cuanto a los ritmos que interpretan e incluso en los instrumentos que utilizan, así como al surgimiento de otras importantes comparsas.
Martín Coya llegó a la ciudad de Arica a finales de la década de 1950 con un amplio bagaje musical, fruto de su temprana iniciación como soplador en su poblado natal, Jaiña, al interior de Iquique, y enriquecido en su paso por las oficinas salitreras.
En sus nuevas tierras Martín no tardó en repetir la fórmula que tanto éxito y reconocimiento le valió en sus tiempos como trabajador en la pampa tarapaqueña. Precedido por su prestigio como músico y armado de un repertorio de ritmos que iba desde los más tradicionales boleros, valses, cuecas, waynos y takiraris, hasta las más novedosas adaptaciones de cumbias, las invitaciones a tocar a las fiestas religiosas de distintas localidades del interior de Arica y Tarapacá no tardaron en llegar.
Así comenzó a afiatarse el ensamble de músicos, muchos de ellos originarios de Jaiña, Chiapa y Sotoca, conocido como los “Lakas del Pueblo de Jaiña” o simplemente como la “Comparsa de Martín Coya”. En sus filas tocaron familiares de Martín, como su hermano Pedro y sus sobrinos Teodoro y Basilio, además de numerosos amigos, entre los que se recuerda a sopladores como Domingo Taucare, Nicanor García, Víctor, Atilano, Narciso y Hugo Baltazar, José y Francisco Huacucano, Víctor Lucai, Severo Cayo, Marcial García, los hermanos Rubén y Gumersindo Esteban, Pedro y Rafael Vilca, Zenón Zárate y los hermanos Alberto, Damián y Fidel Mamani. En las percusiones los acompañaron Ariel Esteban, en el bombo, y el “Totora” o “Limache” en la caja, entre otros.
Notas Entrevista Basilio Coya 16-01-09
La “Comparsa de Martín Coya” sonó fuerte también en la urbe ariqueña, amenizando eventos de la Junta de Adelanto, la Gobernación, la hostería, la universidad y en las sedes de las juntas vecinales de la población Chile, en las emblemáticas manzanas “L” y “JK”. Apretada agenda en la que un compromiso ineludible era unirse a las filas de lakitas que animaban el baile de las “Cuyacas de Manuel Cruz” en la veneración del Niño Dios por las calles de la población San José.
A inicios de la década de 1970, en pleno auge de las lakitas en Arica, la “Tropa de Martín Coya sufrió su primera gran división. Pedro “Chaqueto” Vilca decide seguir su propio camino y formar la comparsa “Los Criollos del Norte”. Sus cómplices en esta nueva aventura serán su hermano Rafael y su sobrino, Armando, a los que se suman otros músicos también curtidos en las filas de la “Comparsa de Martín Coya”.
Nuevas bajas sufrirá al corto tiempo esta fundacional tropa, tal es el caso de la partida del soplador Quintín López, quien junto a sus hijos forma la mítica comparsa “Los Cóndores del Sol”. Un ejemplo que posteriormente seguirán también otros músicos para conformar, junto a tocadores descolgados de “Los Criollos del Norte”, la comparsa “Los Diamantes de Sipiza”.
Este éxodo de músicos anticipa el fin del apogeo de la legendaria “Comparsa de Martín Coya”. Tras la disolución de la Junta de Adelanto de Arica el año 1976, Martín se vio obligado a trabajar apatronado como agricultor en el valle de Azapa, condición que limitaba drásticamente sus posibilidades de cuadrar los tiempos para continuar sus trajines de músico. No obstante, siguió ligado al ámbito de las lakitas ariqueñas, conservando fielmente su vínculo las “Cuyacas de Manuel Cruz”.
Su traslado por motivos de salud a Iquique y luego a Huara, marcarán su alejamiento definitivo del circuito de las lakitas nortinas. Allí pasó sus últimos años rememorando sus andanzas de soplador tocando suavemente sus viejas zampoñas (Visita a Martin Colla - Roberto Clavijo). La muerte lo encontrará finalmente en Iquique, lugar donde su partida fue acompañada por los ronquidos de numerosas agrupaciones de lakitas que se acercaron a rendirle honores.
El aporte de Martín Coya y su comparsa fue trascendental. Los cambios que promovió y el impulso que imprimió a aquellos músicos que tocaron en sus filas, son testimonio de ello. Una herencia renovada por cada soplador que busca ir más allá y que encuentra en la creación e innovación las herramientas fundamentales para mantener viva la tradición.
Los Criollos del Norte
La comparsa “Los Criollos del Norte” surge a comienzos de la década de 1970 por iniciativa del soplador Pedro “Chaqueto” Vilca, quien comanda a un grupo de familiares y amigos desligados de la fundacional “Comparsa de Martín Coya”. Siguen a Pedro, su hermano Rafael, su sobrino Armando y los músicos Severo Cayo, Francio y Julio Esteban, Ernesto Mollo, Teodoro y Basilio Coya, para completar una formación acompañada en las percusiones por caja, platillos y bombo.
Esta nueva tropa emerge en un momento de apogeo de las comparsas de lakitas en la ciudad de Arica, en el cual eran recurrentes las invitaciones a tocar en beneficios, organizados como peñas o plato único bailable, dentro del marco de la “autoconstrucción” en la población Chile y otras poblaciones vecinas.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
En estas instancias, los tradicionales waynos, valses y takiraris irán poco a poco cediendo espacio a las cada vez más populares cumbias, adaptaciones de temas tropicales de moda que desde principios de la década de 1970 sonaban fuerte en lakitas gracias a la influencia de la “Tropa de Martín Coya”, agrupación que sentó las bases para el desarrollo del “estilo Jaiña” en Arica.
Tras debutar el año 1975 en festividades de Zapahuira con su uniforme y estandarte, “Los Criollos del Norte” se hicieron rápidamente de un nombre y prestigio propios, ganados a punta de innovadoras interpretaciones de cumbias como “El galeón español”, “La danza del petrolero” y “Amor andino”.
Serán precisamente las adaptaciones de cumbias un motivo de discordia dentro de la comparsa. Armando Vilca ya se había convertido en un soplador fuerte y empezó a adaptar a lakitas temas tropicales que circulaban en vinilos por la ciudad de Arica, para cuya ejecución innovó incorporando el uso de timbaletas. Pero sus adaptaciones musicales no fueron bien acogidas entre los más viejos tocadores de “Los Criollos del Norte”, pues demandaban habilidad y ensayo. Su tío, el caporal Pedro Vilca, de espíritu más conservador, secundó a sus sopladores y se negó a los cambios.
Corría el año 1977 cuando las tensiones dentro de la comparsa se volvieron insostenibles, gatillando la salida de Armando. En busca de nuevos horizontes creativos, este virtuoso y carismático soplador forma la comparsa “Sonido Joven”, agrupación a cuyo llamado de renovación se pliegan muchos de los hijos y sobrinos de los veteranos músicos de “La Comparsa de Martín Coya” y de “Los Criollos del Norte”.
Entre la “sangre joven” que acompaña a Armando en su nuevo proyecto musical se encuentra su primo, Héctor “Tito” Mollo, quien tras el fin de “Sonido Joven” el año 1980, comenzará a escribir su propio capítulo dentro de la historia de las lakitas ariqueñas.
A finales de la década de 1970 las bajas en las filas de “Los Criollos del Norte” continúan con la salida de varios músicos que por compromisos familiares y/o laborales deben marginarse del conjunto. Pese a estas mermas, la comparsa siguió vigente hasta inicios de los 80’, momento en que su histórico caporal, Pedro Vilca, se traslada a la ciudad de Iquique iniciando allí la dinastía de “Los Chaquetos”. Este hito marca el término de la corta pero influyente trayectoria de “Los Criollos del Norte” en Arica.
Los Cóndores del Sol
Esta emblemática agrupación emerge en el pujante circuito de las lakitas ariqueñas de la década de 1970, cuando el soplador Quintín López se retira de la “Comparsa de Martín Coya” y acompañado en las lakas por sus hijos Julio, Ernesto y Samuel, y Alfredo en el bombo, forma un nuevo grupo.
La potencia, reputación y carácter ostentado por esta comparsa se explican, al menos en parte, por su filiación de con el poblado de Sotoca, un reconocido semillero de sopladores del interior de Iquique. A sus tierras natales regresaron de forma reiterada para animar fiestas patronales de distintas localidades tarapaqueñas, mientras que en la ciudad de Arica no escaseaban las invitaciones a tocar en peñas de Marinero Romero y otras organizadas por los universitarios. Muchas veces amenizaron también beneficios organizados por la “Compañía de Hilario Ayca” y apoyaron con su música los ensayos de su baile de morenos.
Por las filas de “Los Cóndores del Sol” pasaron muchos sopladores de peso, tanto del interior de Iquique como de Arica, entre los que se recuerda a Fredy Cappa, Sergio Esteban, Héctor “Tito” Mollo, Johnny Medina y Sergio Pacci, pero la fuerza vital y creativa de la comparsa provino siempre de la dupla que formaban los hermanos menores de la familia López, Ernesto y Samuel, conocidos en el círculo de los lakitas como “Los Tato”. Samuel o “Panchulo”, era el encargado de las adaptaciones musicales y encabezaba la comparsa con Ernesto como su collera en la sanja.
La agrupación experimentó la pérdida del hermano mayor de los López, Julio o “Julipincho”, quién se ahogó en una de las comidas ofrecidas en el marco de la celebración de Cruces de Mayo en la localidad de Alto Ramírez. Pese a este revés, “Los Cóndores del Sol” siguieron adelante con Samuel y Ernesto a la cabeza. Su prestigio e incombustible pasión por las lakitas, atraían a otros músicos siempre dispuestos a completar sus filas para salir a tocar.
Un golpe definitivo para la continuidad de la comparsa fue la muerte Ernesto a principios de la década del 2000. Esta baja fue insustituible. Samuel se quedó sin su hermano, compañero y dupla como soplador, lo que marcó el fin de la agrupación.
“Los Cóndores del Sol” son un referente obligado entre los lakitas en Arica. En sus filas se forjaron músicos fuertes, habilidosos y carismáticos, con la capacidad de liderar al corto plazo sus propios proyectos musicales. Tal es el caso de Fredy Cappa con “Oasis del Norte” y de Héctor “Tito” Mollo con “Lakitas de Arica Los Mollo”. Muchos de estos sopladores siguen activos hoy en día, perpetuando la memoria y el rico legado musical de la fundacional comparsa “Los Cóndores del Sol”.
Grupos de proyección, danza y ballets folclóricos
El auge de las lakitas en la urbe de Arica durante la década de 1970 fue un proceso potenciado por las actividades de beneficio organizadas para la construcción de obras de mejoramiento, labores gestionadas de manera colectiva en diversas poblaciones de la ciudad. En estos beneficios, las lakitas, y particularmente sus cumbias, fueron un ingrediente fundamental de peñas folclóricas y platos únicos bailables. Un movimiento social y fenómeno musical que no pudo ser acallado por las restricciones cívicas impuestas durante el Régimen Militar.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
Lo que el viento me dejó Ostojic 2010
En este clima no solo surgieron nuevas comparsas de lakitas, sino que la música de las costumbres religiosas populares en las que ellas participaban, fue tomada por grupos de danza y ballets folclóricos para ambientar, junto a quenas y tarkas, representaciones artísticas o “cuadros tradicionales”.
Números musicales y montajes de los principales ritmos, danzas y momentos de las fiestas patronales de poblados del interior del extremo norte de Chile, fueron así presentados en parques, colegios, teatros, universidades y en certámenes de competición folclórica a nivel nacional e internacional. Con este espíritu de rescate y proyección cultural se conformaron en Arica agrupaciones como el “Conjunto Folklórico Universitario”, “Llarani”, “Cultores Huayna”, “Intín Wawanakapa” y “Peregrinos del Norte”.
Si bien algunos de estos conjuntos permanecen activos, como el “Conjunto Folklórico Universitario” (actual BAFUT), “Llarani”, “Intin Wawanakapa” y “Peregrinos del Norte” (renombrado luego como “Phusiri Marka”), su aporte a la difusión cultural y la formación de nuevos músicos resulta indispensable para comprender la trayectoria reciente de las lakitas en Arica. Por esta razón se les asigna un lugar en este apartado de historia.
Una de las agrupaciones pioneras en este rubro fue el “Conjunto Folklórico Universitario”, actual Ballet Folclórico de la Universidad de Tarapacá o BAFUT, iniciativa fundada en 1970 con la cual el destacado cultor y académico aymara, Manuel Mamani, promovió de forma incansable el reconocimiento y la valorización de las expresiones musicales y rituales tradicionales de los pueblos andinos.
Con más de 50 años de existencia, el BAFUT ha procurado continuar, tras la partida de Manuel Mamani el 2018, la senda trazada con dedicación y esmero por su director fundador. Los reconocimientos a este esfuerzo han sido numerosos, contando la agrupación con un merecido renombre a nivel nacional e internacional.
“Llarani”, por su parte, fue fundada por el cultor Sergio Blanco, quién convocó a los músicos Lino Mamani, Rodomiro Huanca, José Gamboa y Eduardo Valdivia para que lo secundaran en su ambicioso proyecto. Sus representaciones de fiestas tradicionales han circulado tanto dentro de la ciudad de Arica, como hacia poblados del interior de la región, y también fuera de las fronteras nacionales. Tras una vasta trayectoria, “Llarani” destaca hoy como una escuela, estatus en gran medida fruto del empuje y espíritu formador de su fundador.
También enfocado en la representación, a través de música y danza, de las festividades tradicionales del interior, estaba el grupo “Cultores Huayna”, encabezado por Roberto Clavijo y Gabriel Delgado, el primero de ellos, un asiduo músico de la “Comparsa de Manuel Cruz”.
Quizás esta formación de Roberto Clavijo junto a Martín Coya y las “Cuyacas de Manuel Cruz”, es la que determinó la vocación más marcadamente tradicional que tuvo la agrupación “Cultores Huayna”, cuyos ritmos base fueron la tarkeada, el wayno y el taquirari. Con el tiempo Roberto Clavijo y Gabriel Delgado junto al “Charry” García, continuarán por esta misma senda, si bien desde el ámbito netamente musical, con el grupo “Ollantay”.
Un carácter más innovador dentro de estos conjuntos artísticos de exhibición ostenta la agrupación “Intín Wawanakapa”, liderada por el cultor Patricio Barrios. Definido como un conjunto de proyección, “Intín Wawanakapa” fue más allá del baile y la música tradicional que su fundador había desarrollado con el “Grupo Folclórico de la Universidad del Norte”, incorporando en sus presentaciones elementos del teatro. En los montajes esta nueva agrupación, música y danza se mezclan con interpretaciones de personajes, para configurar más elaborados “cuadros artísticos”, que le valieron numerosas invitaciones y reconocimientos.
Explorando esta misma veta emerge el año 1976 la agrupación “Peregrinos del Norte”, a cuya cabeza se puso Rodomiro Huanca, cultor socoromeño que contó con el respaldo de otros experimentados músicos también desprendidos de las filas de “Llarani”, como Lino Mamani y Eduardo Valdivia.
Campos Naturales Peregrinos del Norte
Sus andanzas han llevado a “Los Peregrinos del Norte” a varias de las fiestas religiosas tradicionales de Socoroma, al Santuario de la Virgen de las Peñas y a otros poblados del interior, sin descuidar su presencia en peñas folclóricas organizadas en la ciudad de Arica y otros eventos urbanos. Las obras de este conjunto son producto de una marcada vocación de rescate musical y han sido objeto de elogios tanto en territorio nacional como en el extranjero.
La historia de “Peregrinos del Norte” sigue aun escribiéndose, si bien desde comienzos de la década del 2000 bajo el nombre de “Phusiri Marka”, agrupación que conserva entre sus filas a varios de sus miembros fundadores y que ha sido a lo largo de su extensa trayectoria un prolífico semillero de músicos.
Cacharpaya Peregrinos del Norte
Sonido Joven
La comparsa “Sonido Joven” se forma el año 1977 con el ambicioso propósito de liderar la vanguardia del “estilo Jaiña” en Arica. Su director, Armando Vilca, contaba con la experiencia de su formación en las filas de la “Comparsa de Martín Coya” y evolucionó luego como sanjero en “Los Criollos del Norte” junto al caporal, su tío Pedro “Chaqueto” Vilca.
Los bríos e inquietud musical de Armando se conjugaron con su afán de dirigir, lo que motivó el surgimiento de “Sonido Joven”, proyecto al cual este carismático líder arrastró a algunos de los más jóvenes y pujantes sopladores de “La Comparsa de Martín Coya” y de “Los Criollos del Norte”.
Bajo este nuevo alero, Armando pudo dar rienda suelta a su creatividad y explorar las posibilidades que le ofrecían las lakitas para adaptar las cumbias que escuchaba en vinilos y que, al son de orquestas tropicales, hacían furor en los bailables ariqueños a finales de la década de 1970. Con esta iniciativa solo había tenido parcial éxito en su vieja comparsa, “Los Criollos del Norte”, logrando la incorporación de timbaletas en la ejecución de las cumbias, pero sin que ello fuera de la mano de un renovado repertorio.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
Sus adaptaciones musicales requerían destreza y disciplina, habilidades que solo pudo encontrar entre las más nuevas generaciones de músicos residentes en Arica. Tal es el caso de su primo, Héctor “Tito” Mollo, soplador forjado tocando con los prestigiosos ”Cóndores del Sol”, que se insertó en “Sonido Joven” como collera de Armando.
La fugaz carrera de “Sonido Joven” culmina el año 1980 con la partida a Iquique de su caporal, Armando Vilca, quien en tierras tarapaqueñas organizará luego la influyente comparsa “Lakitas de Jaiña Los Chaqueto” (Comparsa de Lakitas de Jaiña "Los Chaquetos"). En Arica quedó su primo “Tito” Mollo, un soplador fuerte que al poco tiempo se convirtió en el caporal de la agrupación “Lakitas de Arica. Los Mollo”, comparsa en la que pudo seguir depurando su sello y estilo con la complicidad de sus hermanos y otros músicos colaboradores.
Los Diamantes de Sipiza
Corría el año 1979 cuando un grupo de sopladores se desprende de las filas de “La Comparsa de Martín Coya”, de “La Manuel Cruz” y de “Los Criollos del Norte” para formar una nueva agrupación, se trata de “Los Diamantes de Sipiza” o “Hijos de Sipiza”. Un movimiento de recambio que replica el éxodo ocurrido desde esas fundacionales comparsas un par de años antes y que dio como resultado el proyecto “Sonido Joven”, pero esta vez sumando a músicos provenientes de ballets folclóricos y grupos de proyección.
Era una época de bonanza para las lakitas en el norte de Chile y, aun en pleno Régimen Militar, la agenda de “Los Diamantes de Sipiza” estaba completa, con compromisos para tocar en festividades de pueblos como Zapahuira, Socoroma, Huaviña, Mocha, Guasquiña, Sipiza y en la Cruz de Mayo de sus familiares en Alto Ramírez.
Los duros y largos viajes en camión necesarios para alcanzar algunos de los más aislados pueblos del interior de Arica e Iquique, no fueron tampoco impedimento para “Los Hijos de Sipiza”. Con el ímpetu de la juventud y alentados por el sentido de trascendencia que les brindaba el ser parte fundamental de las tradiciones de antiguas comunidades andinas, “Los Diamantes de Sipiza”, y como ellos muchas otras comparsas de lakitas nortinas, contribuyeron en sus trajines a mantener un poderoso y vital lazo con este territorio musical ancestral.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
La agrupación incluyó en su formación a los hermanos Gumersindo, Rubén, Julio y Sergio Esteban, a Fredy Cappa, Abdón Cayo, Fidel Mamani, Julio Clavijo, “Beto” Mamani, Víctor Lucai y Genaro Llane, con Ariel Esteban acompañándolos en el bombo y el “Chino” o el “Totora” en la caja.
El ciclo de “Los Diamantes de Sipiza” se cierra casi una década después, el año 1987, pero en el camino varios de sus integrantes optaron por trazar su propio rumbo y, unidos a músicos de otras comparsas, así como de grupos de proyección y ballets folclóricos, formaron la agrupación “Oasis del Norte”. La continuidad de la tradición musical de la que “Los Hijos de Sipiza” fueron partícipes quedó así asegurada. Las lakitas seguirán sonando en las fiestas de los pueblos así como en la urbe ariqueña, espacio este último donde cobrarán una nueva fuerza al insertarse, junto a las cada vez más fuertes bandas de bronces, en el frenético circuito de las peñas folclóricas en tiempos de la Dictadura Militar.
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Los Prisioneros del Folclor
En un momento álgido a nivel nacional, en plena Dictadura Militar durante fines de la década 1970, emergió esta célebre comparsa de lakitas ariqueña, alcanzando rápidamente notoriedad no solo por su renovado repertorio y estilo musical, sino también por su asociación con consignas sociales y políticas, patentes en el, en ese entonces, controversial nombre de la agrupación.
Las peñas folclóricas que desde inicios de esa década daban cabida a la música de zampoñadas y otros conjuntos musicales y de danza, cobraban mayor fuerza en esta época, convirtiéndose en un foco de resistencia y lucha política impulsado por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Tarapacá.
Este público juvenil, ávido de cultura y nuevas formas de expresión en medio de un clima de dura represión, hizo propios espacios como Marinero Romero, el Sindicato de Tripulantes Pesqueros, la Iglesia de la Sagrada Familia, “La Bloqueta”, la Pesquera Coloso y el antiguo Parque Rosedal, para organizar veladas en las que las comparsas de lakitas compartían escenario con grupos de danza y ballets folclóricos, cantautores y poetas, tanto locales como de otras regiones del país.
Las peñas en beneficio de las propias comparsas y grupos folclóricos, para solventar sus viajes o la compra de uniformes e instrumentos, eran otro de los espacios en que la música de las lakitas sonaba con fuerza. Fue justamente en una de estas instancias donde un grupo de jóvenes músicos, formados en la comparsa que acompañaba a “Las Cuyacas de Manuel Cruz” y en conjuntos de proyección folclórica como “Cultores Huayna” y “Peregrinos del Norte”, se consolidó como agrupación y encontró el nombre que los representaría de ahí en más.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
“Los Prisioneros del Folclor” se fundó oficialmente en noviembre del año 1980, contando en su formación original con los sopladores Schmeling Salas, Roberto Vega, Sergio Pacci, Juan Fuentes, Nibaldo Quispe, Julio Clavijo, Jorge Hinostroza, Mauricio Bravo y Guillermo “Mono” Lavín. En las percusiones los acompañaba Patricio Valdecchy con el bombo y el “Limache” como cajero, quien fue luego reemplazado por Agustín Lara.
En lo musical, “Los Prisioneros del Folclor” tenían una propuesta clara, desmarcarse del tradicional ámbito del rescate musical, característico de los ballets folclóricos y conjuntos de proyección folclórica de los que muchos de ellos procedían. Su propósito fue el de crear música nueva, tarea a la cual el sanjero y caporal del grupo, Schmeling Salas, avocó todas sus energías, capacidad creativa e incluso ingenio, para combatir la resistencia que encontraron inicialmente sus innovadoras composiciones dentro de las líneas de misma la comparsa.
Tras un viaje a Ecuador, donde fueron invitados el año 1984 a presentar su música en el local “La Peña Folclórica” de Guayaquil,
“Los Prisioneros del Folclor” experimentó la partida de algunos de sus miembros fundadores. Patricio Valdecchy, Schmeling Salas y Roberto Vega, se retiran para dedicarse a sus proyectos personales. Con sus filas reforzadas por nuevos integrantes, “Los Prisioneros” continúaron tocando en la ciudad así como en pueblos del interior de Arica e Iquique.
Luego de un periodo de receso, la comparsa volvió a las pistas el año 2005, aunque solo por un breve lapso. Este retorno fue impulsado por el soplador Roberto Vega con la intención de dar un nuevo aliento a las lakitas ariqueñas, en un momento en que veía con preocupación cómo las zampoñadas eran relegadas de los escenarios musicales por las bandas de bronces.
Armando Prisioneros del Folklor
El tiempo probará que esta preocupación era, en gran medida, injustificada, pues las comparsas de lakitas han logrado conservar hasta hoy su lugar de privilegio dentro de las más diversas manifestaciones religiosas y cívicas del ámbito urbano y rural en el extremo norte de Chile.
Oasis del Norte
Esta comparsa fue fundada el año 1982 por músicos de extensa trayectoria en el circuito de las comparsas de lakitas nortinas, muchos de ellos formados en las filas instrumentales de ballets folclóricos y grupos de proyección ariqueños.
Una parte importante de los padres fundadores de “Oasis del Norte” provenía de la comparsa “Los Diamantes de Sipiza”, tal es el caso de Fredy Cappa, Sergio Esteban y Abdón Cayo, a quienes se suma Eduardo “Lalo” Valdivia, Lino Mamani, los hermanos Jorge y Alberto García, Jorge Zabala y Juan Mamani. La lista de colaboradores es larga, recordándose el paso por sus filas de Juan Castro, Waldo Acevedo, Gabriel Pacaje, Rodrigo Huanta, Jesús Contreras, José Zabala, Juan Salas (platillo), Samuel Díaz (bombo), Alejandro Salas (caja), Juan Maluenda (caja) y Alejandro “Machero” Huanca (platillo).
Gracias al amplio bagaje musical de sus integrantes, el repertorio de la comparsa era extenso y variado, incluyendo cumbias, takiraris, valses, boleros, corridos y wuaynos. Esta versatilidad y los vínculos familiares que mantenían con sus poblados de origen, les consiguieron invitaciones a tocar en fiestas patronales de localidades del interior de Arica e Iquique, como Alto Ramírez, Zapahuira, Jaiña, Sotoca, Huaviña, Camiña y Chapiquilta. Su éxito alcanzó incluso territorio peruano, donde la música de “Oasis del Norte” era solicitada para amenizar celebraciones de Cruces de Mayo.
Corría la década de 1980 y las comparsas de lakitas hacían furor también en las peñas folclóricas de la urbe ariqueña, allí se presentaban en funciones dobles compartiendo escenario con bandas de bronces. En una suerte de “clásico” se convirtió en esta época la dupla o “doblete” que hacían “Oasis del Norte” y la banda “Los Tigres”, agrupaciones que trenzaban sus agendas de manera de tocar ambas en dos o más peñas en una misma noche.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
El recorrido de “Oasis del Norte” culminó a finales de la década de 1990 tras sufrir sensibles bajas. De sus filas varios se retiraron para formar familia, desplazarse a otras ciudades o para insertarse como músicos en el pujante circuito de las bandas de bronces nortinas. Disgregados en otras comparsas y proyectos musicales, los miembros fundadores de “Oasis” encontrarán la forma de mantenerse siempre activos, haciendo roncar con fuerza sus lakitas. Este es el caso del veterano soplador Fredy Cappa quien, infundido de nuevos bríos por su hijo Miguel, participará luego en la formación de la comparsa “Wuayna Marka”.