Viejos sopladores
Mini-bio Martín Coya
La historia de los lakitas nortinos es una de tradición y tenacidad, pero también de migraciones, cambios e innovación. El soplador Martín Coya (1929-2011) encarna todos estos rasgos, aparentemente contradictorios, a la perfección. En su paso por Arica, Martín formó músicos, introdujo las zampoñas de PVC y contribuyó a popularizar las hoy ineludibles cumbias del “estilo Jaiña”. Méritos más que suficientes para ganarse un lugar destacado en los anales de las lakitas ariqueñas.
Martín Coya nació en Jaiña, semillero de sopladores ubicado en la quebrada de Aroma, al interior de Iquique. A sus tiernos doce años ya había aprendido a tocar la zampoña, arte que llevó consigo a la pampa salitrera, a donde se fue en busca de trabajo al cumplir los diecisiete.
Junto a otros músicos, también procedentes de Jaiña, comenzó a amenizar los festejos de ramadas organizadas en las distintas oficinas salitreras. El rumor acerca de la existencia de este improvisado ensamble de músicos tarapaqueños pronto se expandió y fueron invitados a tocar en festividades del pueblo de Camiña.
Con el cierre de las oficinas salitreras a fines de la década de 1950, Martín, como muchos otros pampinos, se desplaza a la ciudad de Arica. Su fama de soplador lo precede y, al poco tiempo comienza, junto a otros sopladores y amigos, tanto del interior de Iquique como de Arica, a amenizar fiestas en los pueblos de interior.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
El acuerdo no es por dinero, la locomoción y la atención de los músicos era, en estos viejos tiempos, considerado pago suficiente.
Es en medio de estos trajines que ocurre un hito clave en la historia de los lakitas. Ante el reiterado problema de reponer los instrumentos de caña dañados durante los viajes, Martín, decide fabricar para su comparsa una tropa de lakas de plástico (PVC), idea que rescató de un familiar de su esposa, del interior de Iquique.
La innovación resulta un éxito, así que pronto le encargan más juegos de instrumentos y, siguiendo su ejemplo, otros en Arica e Iquique comienzan también a confeccionarlas. Corrían los últimos años de la década de 1960 y de esta forma comienza el fin de la larga era de las zampoñas de caña. Rápidamente las lakas de caña quedarán relegadas a la exhibición folklórica y a la experimentación musical.
Lakitas de Vinilo en Arica Mora 2010
Por viarios años Martín Coya participó activamente en el circuito de las lakitas ariqueñas, animando fiestas en el interior y en la urbe al ritmo de wayños, takiraris, boleros, cumbias, cuecas y chachachá. Su agrupación era conocida informalmente como “La Comparsa de Martín Coya” o, simplemente, como “Lakitas de Jaiña”, debido a que varios de los sopladores eran oriundos de aquel lugar y de poblados vecinos de la quebrada de Aroma, como Chiapa y Sotoca.
A lo largo de los 60’ y 70’, su trabajo como guardia en la Junta de Adelanto de Arica le permitía a Martín juntar días libres para salir a tocar con su comparsa en festividades de Alto Ramírez, Molinos, Zapahuira, Socoroma, Camiña, Jaiña y Chiapa. En la ciudad, no faltaban las invitaciones a eventos de la Gobernación, la hostería, la universidad, la Junta de Adelanto, ni tampoco a beneficios organizados, en el marco de la autoconstrucción, en las emblemáticas manzanas “L” y “JK” de la población Chile.
En sus presentaciones, el manejo de un variado repertorio de ritmos destacó siempre a “La Comparsa de Martín Coya”, pero su sello distintivo fueron las adaptaciones de temas tropicales de moda, popularizados por bandas de bronce y orquestas desde principio de la década de 1970. Se comienza a fraguar así lo que será luego conocido como “el estilo Jaiña”, una forma de seleccionar melodías, adaptarlas e interpretarlas, que se arraigará en todo el norte de Chile, convirtiéndose en el estilo predilecto de los lakitas para complacer y contagiar a su público en los bailables.
Martín Coya supo compartir con generosidad su arte y hacer escuela. Por varios años contribuyó a formar, con disciplina y respeto, a varias generaciones de sopladores tocando con “Las Cuyacas de Manuel Cruz” por devoción al Niño Dios, compartiendo allí fila con familiares, vecinos y amigos de las poblaciones San José, Lautaro, Maipú Oriente y sus alrededores. Su poderosa influencia cristalizó en la conformación de nuevas comparsas que alcanzaron renombre en Arica, como “Los Criollos del Norte” y, luego, “Los Prisioneros del Folclor”.
El fin de su trabajo para la Junta de Adelanto de Arica lo impulsó a retornar al interior de Iquique para luego instalarse en Huara en busca de un clima más benigno para su ya deteriorada salud. Allí residió junto a su esposa hasta sus últimos días, alejado del circuito de las comparsas de lakitas pero acompañado siempre de su fiel instrumento, una zampoña confeccionada con tubos de PVC de distintos tipos y antigüedad. Instrumento que nos deslumbra hoy como un testimonio tangible de los importantes cambios que este infatigable músico impulsó y de la versatilidad musical que con su mítica comparsa promovió entre los lakitas nortinos.
Mini-bio Eduardo Choque
Pocos músicos son capaces de transmitir en su arte un amor tan profundo por las costumbres de los pueblos andinos como Eduardo Choque (1943-2015). La historia de este notable soplador nos habla de tradición y de peregrinajes religiosos, pero también del despegue de las comparsas de lakitas en el ámbito urbano ariqueño. Trayectos en los que la amistad revela su fuerza creadora y donde canto, baile y música son expresiones de un mismo e irrefrenable sentimiento.
Eduardo Choque nació en Belén pero fue criado en Escara, Bolivia, donde se inició tempranamente, por herencia familiar, como soplador, siguiendo con solo ocho años los pasos de su abuelo sikuri.
El año 1957 se trasladó a la ciudad de Arica, instalándose en la población Maipú Oriente. Desde su cuarto escuchaba a zampoñeros de Chapiquiña que se reunían a tocar waynos, takiraris y valses en la casa del soplador Rosario Molina. Ellos tocaban ocasionalmente en cumpleaños u otros festejos, o simplemente por el gusto de tocar, en tiempos en que ser lakita era visto como algo negativo, una “cosa de indios”.
En ese entonces las actuaciones de las comparsas de lakitas se limitaban casi exclusivamente a festividades religiosas, acompañando a “Las Cuyacas de Manuel Cruz” en la población San José durante la veneración del Niño Dios, celebraciones de Cruces de Mayo en los valles y a algunas de las compañías de baile que acudían al Santuario de la Virgen de Las Peñas.
Historia Reciente de los Lakitas en Arica Borie Mora 2010
Fue sumándose a las filas de zampoñeros de “La Compañía de Morenos de Hilario Ayca” en su peregrinaje anual a Las Peñas, que Eduardo Choque comenzó su carrera como soplador en tierras ariqueñas. Le era una fiesta conocida, pues llevaba años participando en ella como bailarín de la morenada de paso Los Hijos de Azapa.
En su memoria se conservaba vivo el recuerdo de cuando se acercó a ver un ensayo de la “Compañía de Ayca” en Arica, al cual no habían llegado los músicos. Entre los curiosos aquel día estaba también Miguel Cappa, quien pese a su corta edad tuvo la confianza suficiente para invitar a Eduardo a hacer collera con él tocando sanjas para animar el baile de la Compañía. La dupla fue un éxito y por más de siete años fueron juntos a tocar a Las Peñas, acompañando también con su música a “Los Morenos de Ayca” en la Bajada de Altar que hacían tras la fiesta en la ciudad.
Con el paso de los años Eduardo formó familia y se estableció en el poblado de San Miguel de Azapa donde promovió la formación de la Diablada del pueblo y fundó luego el baile de salto “Los Príncipes Azules”. En las filas de ambas agrupaciones participó como bailarín y contribuyó adaptando melodías y creando letras originales para sus cantos.
Aunque oficialmente no pertenecía a ninguna comparsa, se mantuvo siempre ligado al mundo de los lakitas, tocando junto a otros sopladores de San Miguel en Cruces y fiestas patronales en el valle de Azapa, y también ocasionalmente en poblados del interior. Fueron sus amistades las que lo arrastraron de vuelta al circuito las comparsas de lakitas, que en la década de los 90’ se abría camino en nuevos espacios urbanos, sin descuidar por ello sus lazos con las fiestas tradicionales de valles y del interior.
Junto a Miguel Cappa, el padre de éste, el experimentado soplador Fredy Cappa, y el cajero Julio Guerra, todos forjados en la tropa de la legendaria “Compañía de Ayca”, formaron “Wuayna Marka”, convocando -y preparando- a familiares y amigos para engrosar las filas de la novel agrupación. El escenario musical era propicio y pronto alternaron presentaciones en el Casino, el pub Kamisaraki, la antigua Universidad de Chile y el Hotel Arica, con viajes a poblados del valle de Lluta y del interior de Arica e Iquique, como Putre, Tignamar, Belén, Coscalla, Esquiña, Nama y Camiña.
Con “Wuayna Marka”, comparsa con la que tocó hasta sus últimos días, Eduardo Choque pudo dar rienda suelta a toda su fuerza creativa, volcando en el conjunto su respeto y cariño por las tradiciones andinas. El rescate de viejas melodías, la entonación de cantos y el apego por las costumbres de los pueblos, son los sellos que este excepcional músico imprimió en su querida comparsa y el imborrable legado que deja para las generaciones de sopladores por venir.